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Pedagogía y Didáctica

Pedagogía y Didáctica

Formación Universitaria
 
 
 
Solirama Jimenez
 
 
La formación universitaria es parte del contexto del clima cultural en los actuales momentos, especialmente en los espacios universitarios, es vista como una actividad consciente del hombre, la cual se basa en la manera como el profesor construye sus propios conceptos usando sus experiencias  (subjetividad) y logra expresar desde su interior a los estudiantes facilitando su propia formación universitaria. La experiencia es el centro de la historia de un sujeto, donde el más importante es lo vivido, el tiempo y el devenir del mismo.  Para Nietzsche (1976 ) en la lectura El Ocaso de los Ídolos, plantea que los educadores tiene la necesidad de aprender a ver, pensar, hablar y escribir, todo esto evidentemente esta inducido en un proceso de formación más se considera complejo, es decir  “llegar a ser lo que se es”.

            Un profesor universitario que toma conciencia de la manera como la formación positivista y deliberada se adueña de su pensamiento y tomando en cuenta que la formación vista desde la alteridad suprimida (autoconciencia) deberá formar –se en el espacio universitario con creatividad y facilitar el formar-se de sus estudiantes, con conciencia individual y colectiva, transmitir diferentes posibilidades de discusión, interpretando la realidad, interrelacionando lo cognitivo, lo afectivo y lo social para superar la objetividad. La objetividad se refiere a la racionalidad y con la separación de esta con la afectividad, mas no se puede negar  la estrecha relación entre ambas

La cultura está  muy relacionada con el objeto de estudio de este trabajo y el enfoque propuesto para la formación universitaria es el transdisciplinario, el cual se inicia desde el momento en que la persona comienza a interpretar la realidad en tanto que la realidad es transdisciplinaria.

 




 
DIÁLOGO COMO LUGAR DE ENCUENTRO EN LA FORMACIÓN ACADÉMICA VENEZOLANA.

 
 
Solirama Jiménez
jimenezbeltrans@gmail.com

RESUMEN
El profesor y el estudiante van juntos acompañándose en el proceso educativo reflexionando a través del dialogo para comprender lo que se percibe en la realidad. A través de la intersubjetividad  se da sentido a la existencia. El profesor se nutre de la experiencia con sus estudiantes, de tal manera que tanto los van formándose juntos con enfoque trasdisciplinario. Las experiencias educativas pueden ser facilitadas por el Docente mediante el diálogo, la crítica, la confrontación y la acción compartida en la práctica social con el objetivo del progreso colectivo de los estudiantes y del entorno sociocultural de la  Institución Educativa. Todos los actores educativos pueden tomar decisiones para formarse.
Palabras Claves: Diálogo – Intersubjetividad - Formación
 
La pedagogía, es la disciplina que organiza el proceso educativo de toda persona en los aspectos psicológico, físico e intelectual tomando en cuenta los aspectos culturales de la sociedad en general.  Se decía que el Docente transmitía experiencias y conocimientos. En teoría los estudiantes son muy bien formados en la medida que sus profesores los formaron muy bien. Siguiendo la experiencia de la autora de este artículo, - “Dar clase de psicología por primera vez a los muchachos de una Institución Educativa privada, fue tan significativo el  aprendizaje acerca del pensamiento y comportamiento de los adolescentes que superó cualquier clase de psicología recibida en la Universidad mientras cursaba su carrera”.
Como profesora de Psicología Evolutiva y Psicología Médica se ha nutrido de conocimientos  acerca de la naturaleza de los estudiantes de Medicina en la Escuela de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oriente. Escuchar sus experiencias, intercambiar percepciones sobre la realidad, sus alegrías, sus dolencias, sus dificultades, sus deseos, sus sueños.
Desde luego los profesores y los estudiantes tienen finalidades propias, con libertad de pensar, convivir, simpatizar, comunicarse en torno a una realidad, con la tarea común a todos los hombres de rehacer el mundo y transformarlo cada vez más humano, con visión transdisciplinaria, desde múltiples puntos de vista y en forma integral, tal como se plantean las situaciones en la realidad.
Ahora bien, en Medicina los casos estudiados reales deberían ser tratado por los estudiantes desde el enfoque trasdisciplinario, es decir más allá de la disciplina que corresponde a la asignatura y de la especialidad del Profesor, esto con el objetivo de atender al paciente desde el punto de vista integral biopsicosocial. Es preciso no parcelar los conocimientos ni supeditarlos a determinada  disciplina sino contemplarla desde varias abordando los casos como reales que son, es decir trasdisciplinariamente, como trasdisciplinaria es la realidad. Por lo cual se justifica el acuerdo entre los profesores a través del diálogo sobre sus experiencias.
Entonces no se trata solo del profesor y el estudiante  acompañándose en el proceso educativo, sino de profesores de diferentes especialidades reflexionando a través del dialogo para comprender lo que se percibe y facilitar las experiencias a los estudiantes con el objetivo de ver al paciente no solo en su parte orgánica sino su pensamiento, su compromiso con su enfermedad, su disposición para el tratamiento, sus creencias a favor o no de su salud, su relación con los demás, repercusiones en su actividad laboral, en fin más humano. Es mediante la intersubjetividad que los profesores se nutren de la experiencia de los otros y a los otros, como compañeros de viaje van formándose juntos.
Los hombres se educan en comunión y el mundo es el mediador. Los profesores y estudiantes crecen juntos, el profesor  no es solo el que forma sino aquel que en tanto forma es formado, es decir la jerarquía no rige esta relación, la relación es horizontal.  Al respecto Freire (2003), refiere
 
El diálogo, es una exigencia existencial que solidariza la reflexión y la acción de los hombres hacia el mundo que debe ser transformado y humanizado. El diálogo como forma de comunicación, como acceso a otros, a sus necesidades, a sus maneras de relacionarse, educándose mutuamente, haciendo juntos el camino de la búsqueda de la verdad y de lo humano (pág. 101).
 
Teóricamente los temas son convertidos en conocimientos por el profesor para transmitirlos a sus estudiantes, ahora existen situaciones totalmente contrarias  a las que Freire (2.003)  llamó en su libro la Pedagogía del Oprimido, contenidos de naturaleza narrativa, discursiva y disertadora, donde una clase magistral puede ser vista como una enfermedad de la narración, algo así como narrar permanentemente casi sin sentido, hasta desvincularla de la realidad, con el solo objetivo de la memorización en vez del razonamiento y la creatividad. Fórmula fatal para la desmotivación del estudiante en su actividad académica, deshumanizada, memorizada e impuesta. Las clases deben ser interactivas, cuyo interés de los profesores es saber cómo lo perciben los estudiantes y cuáles son sus experiencias.
Rousseau (1.762) expresa que “no se trata de memorizar la ciencia sino descubrirla a través de la experiencia”. Por su parte Mercurse (1.972) señala no se trata de cualquier experiencia, es una experiencia dirigida hacia el verdadero conocimiento. Generalmente los estudiantes son condicionados por los profesores,  “mientras más se dejen llenar dócilmente de información, tanto mejor educados serán”,  hablando de la concepción bancaria que plantea Freire (ob cit). En vez de ello, lo productivo sería que tanto los profesores como los estudiantes investigaran, dialogaran,  que generaran participación en los compañeros, que surgieran sus propias dinámicas de aprendizaje a través de experiencias educativas.
Las experiencias educativas deben ser facilitadas por el profesor mediante el diálogo, la crítica, la confrontación, la acción e investigación compartida en la práctica social con el objetivo del progreso colectivo de la comunidad educativa y del entorno sociocultural de la Institución Educativa. El progreso colectivo contempla la búsqueda de soluciones con bienestar para todos, como se da en la realidad. Las soluciones con el bienestar para todos, resulta compleja cuando  el pensamiento imperante en el colectivo es que los profesores son los dueños de las verdades absolutas, donde los estudiantes son ridiculizados si se atreven a preguntar o a emitir opiniones o a expresar sus experiencias.
El docente debe abandonar el rol de simple “transmisor de conocimientos”, más debe ser cuestionador de su práctica,  confrontándola y que la modificándola. Los estudiantes desarrollan capacidades e intereses en torno a las necesidades sociales para una colectividad, donde la universidad está inmersa en el mundo de la vida. Por lo tanto ni las situaciones ni los conocimientos deben ser evaluados tomando en cuenta solo los resultados como se manejan en el Modelo Pedagógico Conductista, es preciso tomar en cuenta los procesos de aprendizaje, la forma de abordaje y las competencias.
En la educación problematizar es reflexionar, con visión crítica y consciente, con compromiso, desafiando cada situación de aprendizaje coherentemente y acorde con la realidad social.  Según Kant, citado por Pérez (2009) la pedagogía es un proceso generador del pensar creativo utilizado en las experiencias para conseguir el bienestar propio y colectivo. La falsa visión de los hombres como seres pasivos, como se contempla el Modelo Pedagógico conductista, debe ser superada en cualquier nivel académico y constituye  un reto para los miembros de la Comunidad Educativa.
Los profesores y los estudiantes tienen finalidades propias, con libertad de pensar, convivir, comunicarse en torno a una realidad, pueden tomar decisiones acerca de su propia formación académica, es decir formarse, con la tarea común a todos los hombres de rehacer el mundo y transformarlo. De acuerdo a Morín (2.002)  todo lo que une y desune a los hombres forma parte de la complejidad de la realidad y comprenderla es parte de la formación universitaria.
En el diálogo como lugar de encuentro, no hay ignorantes ni sabios absolutos, hay hombres comunicándose que buscan saber más y que quieren formarse. Los profesores y los maestros están llamados a propiciar el diálogo para escucharse entre ellos y a sus estudiantes y enriquecer la formación en cualquier nivel educativo. El diálogo es el encuentro de los hombres para la tarea común de saber y actuar, sin polarización, con humanidad.
REFERENCIAS
FREIRE, P.  (2003). Pedagogía del Oprimido. Editores S.A. Buenos Aires.
MARCURSE, H.  (1.972). Razón y Revolución. Alianza Madrid-España
MORÍN, E. (2.002). Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro. Colección Mesa Redonda. Magisterio.
PEREZ, E. (2.009). Formación del Docente y Espacios Universitarios. Educare Venezuela.
            ROUSSEAU, J. (1762). El Emilio: Imprenta Pedro Beaume.


EMOCIONALIDAD Y FORMACIÓN DEL NIÑO DESDE UNA VISIÓN TRANSFORMADORA EN EL CONTEXTO EDUCATIVO


Autor: MSc. KAREN GARCÍA
Karelyngh@hotmail.com

Vivimos en una era de innovación tecnológica, importantes avances científicos, época donde el ser humano tiene más acceso a información, tecnología, propuestas educativas y Políticas de Estado, establecidas en beneficio de mejorar su calidad de vida. Pero a pesar de ello,“nuestra sociedad parece deshacerse a una velocidad cada vez mayor, debido a la pérdida de valores, autodominio, voluntad, carácter, seguido de la emoción quien es la semilla de todo impulso, que estalla por expresarse en acción” tal como lo expresa (Goleman 1997).
Son éstas acciones manifiestas en; egoísmo, violencia, ruindad espiritual, las que parecen corromper la calidad de nuestra vida comunitaria. Lo que lleva a crearnos la incertidumbre sobre lo que será nuestro mundo en el futuro. Sin embargo nosotros somos las cimientes de ese devenir, tal como lo expresa Morín (1998).
“Si queremos que la tierra pueda satisfacer las necesidades de los seres humanos que la habitan entonces la sociedad humana deberá transformarse. Así el mundo del mañana deberá ser fundamentalmente diferente del que conocemos hoy en el crepúsculo del siglo XX y del milenio”.Por otro lado alega que “La educación juega un papel preponderante en la evolución hacia los cambios de estilo de vida y comportamientos es la “Fuerza del Futuro”.
Este planteamiento conduce a fijar la atención en valorar el fruto del futuro que es la formación del niño hoy, poseedor de curiosidad como característica principal influyente en el proceso de desarrollo de su aprendizaje, que lo impulsa a una constante búsqueda, y es a partir del encuentro que comienza a realizar sus primeras aproximaciones explicativas y a aprehender de la realidad que encuentra.
Algunos especialistas alegan que la actuación del niño está estrechamente ligada a su cognición; la facultad que posee de procesar la información a partir de la percepción, la experiencia y sus características subjetivas que permiten valorar la información. Para Neisser (1976), cualquier cosa que conozcamos acerca de la realidad, tiene que ser mediada, no sólo por los órganos de los sentidos, sino por un complejo de sistemas que interpretan y reinterpretan la información sensorial.
Desde esta última afirmación se debe considerar que experimentar una emoción involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que se utiliza para valorar una situación concreta y, por tanto influye en el modo en que se percibe la situación y posteriormente en el modo en que se actúa. Cada ser humano experimenta emociones de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, formación, aprendizaje, carácter y de la situación que se presenta.
Dentro de este planteamiento la formación pasa a ser determinante porque de acuerdo a cómo se va formando el niño, de sus vivencias, de lo que va aprehendiendo del entorno; familiar, social y escolar el repetirá y lo llevará al acto porque es lo ha visto; es lo que conoce; es la formación que ha recibido. Un ejemplo visible es cuando un niño observa a alguno de sus padres o ambos, a sus pares o personas cercanas a él, justificar en sus emociones las acciones negativas que ejecutan, como molestarse y posteriormente lanzar objetos al suelo, decir improperios, golpearse entre ellos o a él mismo, abandonar metas planteadas anteriormente.
En este orden el concepto de formación está estrechamente emparentado al concepto de cultura y manifiesta el carácter propiamente humano, de dar forma a las prácticas naturales del hombre. Zambrano Leal (2009) sostiene que “La formación, tiene que ver con la experiencia, el tiempo y el devenir del sujeto, habla de la forma, de la transformación, del devenir siendo. Es un concepto cultural que pone a la experiencia en el centro de la historia de un sujeto. Ella narra lo vivido sin llegar a ser totalidad ni absoluto. Es un concepto siempre en movimiento, abierto, sin límites. Es un concepto político, estético y ético a la vez. Está atravesado de vivencias, viajes, dolores, sabores, encuentros y sobre todo, nos da cuenta del viaje emprendido por una persona” (p.46).
Aún cuando algunos autores afirman que no se puede formar a otra persona, pienso que se puede mostrar el camino hacia el viaje, el descubrimiento de sí mismo.En este caso interesaría aclarar si se puede incluir dentro de la formación disciplinas que les permita a los niños desarrollar capacidades como aprender a razonar, reconocer sus propios sentimientos, los ajenos, refrenar los impulsos y gestionar operativamente sus emociones para con ello lograr una actuación eficaz u operativa.
Alrespecto, en el clima cultural actual, el espacio escolar se ha convertido en un campo de batalla, mientras los educadores se encuentran ante la tarea de mejorar los resultados de las competencias curriculares, buscar y emplear las mejores técnicas y estrategias para que sus estudiantes logren las competencias, éstos mismos niños llegan a su clase diariamente con altos niveles de estrés expresados en impulsos y explosiones emocionales visibles en manifestaciones de conductas no operativas que van desde expresiones de ira, frustración, indiferencia, rabia, miedo, timidez, temor de pasar a la pizarra o de expresarse verbalmente, inseguridad para ejecutar las actividades en el aula, dificultad para relacionarse con sus pares, autoestima inadecuada, hasta en acciones en contra del Docente como: desobediencia, actitudes rebeldes, en contra de compañeros: amenazas físicas y verbales, en contra del ambiente escolar; resistencia a cumplir reglas, destrucción del ambiente.

Ello pareciera indicar que trabajar sólo en el desarrollo de un coeficiente intelectual y de alcanzar competencias no es suficiente para lograr el bienestar de los alumnos, porque estas conductas se han convertido en un problema para el proceso de enseñanza-aprendizaje, representan un obstáculo y un riesgo para el devenir, en vista de que se están presentando con frecuencia no sólo dentro de las Instituciones Educativas, sino también en la vida cotidiana de los estudiantes.

Al respecto cada vez los noticieros hablan con más frecuencia sobre estudiantes de distintas partes del mundo que se agraden y causan daños a ellos mismos, a sus compañeros, a sus maestros o profesores y otros, siendo a veces mortal la consecuencia. Así mismo crecen las manifestaciones de preocupación por parte de los Docentes ante tal situación, algunos expresan; “Los niños de hoy son muy agresivos”; “ no sé qué hacer con esta situación se escapa de mis manos” ; “Es un problema de hogar”; “Creo que la escuela no puede hacer nada al respecto”; “Ya le he aplicado todas las estrategias que aprendí durante mis estudios”, “Que en la dirección vea que medidas toman”.


En este sentido la mayoría de los Docentes defienden la postura de que hace falta tomar medidas para solventar el problema, pero que no es un trabajo sólo del Docente o de la Escuela, aluden que debe ser una labor en conjunto con el hogar, con las políticas educativas, la escuela y por qué no con especialistas en el área un equipo multidisciplinario, porque el comportamiento de los alumnos está haciendo imposible la convivencia escolar y obstaculiza el cumplimiento de su labor. Ante este panorama se presentan las siguientes interrogantes: ¿Qué impulsa a los alumnos a realizar esos actos?, ¿La Emocionalidad de los niños tendrá que ver con la manifestación de conductas no operativas?, ¿Cómo se concibe la formación del niño en el Clima Cultural Actual?, ¿Se aplica la Transversalidad de la Emocionalidad en la Práctica Pedagógica Actual?, ¿Cuál es la importancia de las Emociones en la Formación del niño?

Es evidente la influencia de las emociones en la actuación de los escolares para: realizar una actividad, alcanzar las competencias planteadas, practicar los valores, establecer comunicación asertiva con sus pares o las demás personas que lo rodean, resolver problemas, preservar el ambiente, acatar las normas establecidas dentro del recito escolar y hasta las establecidas por sus padres. Es notorio al experimentar las emociones que no saben dirigirlas al escoger alternativas guiadas por el impulso para conducirse que generan los conflictos anteriormente planteados.

La emocionalidad tiene que ver la parte emocional, es decir con las emociones del ser humano, son fenómenos psicofisiológicos que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo. Psicológicamente, las emociones alteran la atención, hacen subir de rango ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas relevantes en la memoria. Fisiológicamente, las emociones organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos, incluidas las expresiones faciales, los músculos, la voz, la actividad del sistema nervioso autónomo y la del sistema endocrino, a fin de establecer un medio interno óptimo para el comportamiento más efectivo. Y conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros.
Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas, y poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas (Levenson, 1994).[]
Apoyándome en esta afirmación y en la situación actual de la escuela donde; el descontrol emocional, es manifiesto, se aprecia un déficit importante en “habilidades sociales”, los alumnos vienen menos dispuestos a aprender, el soporte de la familia ha perdido peso en el proceso educativo, lo que se les enseña y sus intereses personales tienden a distanciarse, la escuela a veces no sabe conectar con los principales problemas evolutivos y sociales de los niños/as, el trabajo educativo ha perdido encanto y prestigio social y una parte importante de los profesionales se sienten indefensos en el medio laboral.

Me parece pertinente asegurar que existe la necesidad latente de valorar el peso que tiene la emocionalidad del niño en su formación y darle la importancia que merece, incluyendo disciplinas que permitan al niño desarrollar capacidades para reconocer sus sentimientos así como los sentimientos de los demás y adquirir o desarrollar habilidades para autorregular las emociones.
Muchos son los personajes; Filósofos, Educadores, Médicos, Psicólogos que a través de la historia han desarrollado diversas teorías tratando de explicar el origen, naturaleza, transmisión, funcionamiento e importancia de las emociones, entre ellos; Platón, Aristóteles, René Descartes, Baruch Spinoza, David Hume, Thorndike, Garnerd, entonces, ¿Por qué, no darle la atención que merece, educando emocionalmente al individuo desde nuestras escuelas?.
REFERENCIAS:
Goleman, Daniel, (1995). Inteligencia Emocional. México
Morín, Edgar (1998) Los Siete saberes necesarios a la Educación del futuro.
Shapiro, Lawrence (1997) La Inteligencia Emocional de los niños. Uruguay.
Extremera, N. y Fernández-Berrocal, P. (2004). El papel de la inteligencia emocional en el alumnado: evidencias empíricas. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 6 (2). Consultado el día 22 de Agosto de 2011 en: http://redie.uabc.mx/vol6no2/contenido-extremera.html.

Cicuendez, A (2010). Educación y Emociones. Cuadernos de Educación y Desarrollo Revista Académica Semestral, 2 (15).Consultado el día 26 de Agosto de 2011 en: Eumed.net, Universidad de Málaga. http://www.eumed.net/rev/ced/index.htm
 
La Didáctica Universitaria: Una visón Metodológica desde la Realidad Compleja de la Teoría, Práctica y Experiencia
 
 
Evaluación: Reflexión desde la Complejidad
 
Jorge Guzmán
 
Resumen
En el contexto educativo actual, pensar en evaluación y complejidad invoca la responsabilidad que debe tener el evaluador de acuerdo a principios desarrollados con profesionalismo y juicios de calidad. Desde este contexto mi reflexión se centra en el tejido común que debe regir la contextualización de valorar más que evaluar el acto de alguien que enseña y otro que aprende como un lazo reciproco desde la complejidad.
Palabras clave: Evaluación, aprendizaje, docente, complejidad.
           
En la antigüedad los griegos y los romanos elaboraron métodos para evaluar, diferenciar y seleccionar a sus estudiantes. En la edad media se introduce el examen oral. En el siglo XVIII al aumentar la demanda por los estudios se introducen los exámenes escritos como forma de medición. En la siguiente época, influenciada por el Positivismo y la sociedad industrial se evaluara a través de exámenes psicométricos cuyo efecto es medir si el estudiante logra los objetivos en forma científica. Ya en los años sesenta se establecen los mecanismos de acreditación en el sistema convirtiendo la evaluación en una fuerte carga de rendición de cuentas que deben realizar los dicentes.
En la siguiente década se consolidan toda clase de modelos educativos, acercándose a mejorar la calidad de la evaluación donde se descartan los tecnicismos de la época anterior y en donde la evaluación es un constructo de: técnica, análisis y comandado por un Juez. Se invoca a la responsabilidad que debe tener el evaluador basado en principios profesionales y juicios de calidad. Se pregunta ¿Qué es la evaluación? y se plantea un modelo evaluativo el cual está basado en la atención del estudiante, no en las metas. Estos principios rectores no bastan para dar una respuesta a una práctica donde el estudiante es medido según unos resultados estandarizados y donde la evaluación es realizada como un acto represivo, que ejerce sobre el estudiante altas dosis de ansiedad y nerviosismo.
Desde este contexto la reflexión debe centrarse en el tejido común, que debe regir, la contextualización de dar valor más que evaluar el acto de alguien que enseña y otro que aprende como una interacción reciproca desde la Complejidad. ¿Cómo medir el aprendizaje? ¿Cuales deben ser los aprendizajes mínimos que debe tener un egresado Universitario para tener un desempeño aceptable en la sociedad actual? ¿Quiénes deben temer ese privilegio? ¿Es mesurable, valorable? ¿Cuáles deben ser las fuerzas directrices en las cuales la mayoría de los estudiantes logre aprendizajes? ¿Quiénes tienen la responsabilidad?
Cuando se trata de plantear un paradigma que ayude al proceso de enseñanza aprendizaje, todos somos protagonistas, midiendo paso a paso de cómo es el aprendizaje del que aprende. Los ámbitos involucrados: político, económico, sociológico, afectivo, mas las distintas disciplinas de enseñanza deben colaborar a fin de generar una metodología autónoma que permita al que aprende descubrir nuevas formas de aprender. De eso se trata.
Como medir el valor de aprender. Llama la atención que la educación que aspira a transmitir conocimiento, permanezca ciega ante el conocimiento mismo, sus dispositivos, dificultades, imperfecciones y tendencias y no se preocupe en dar a conocer lo que el conocimiento es. Sin duda ante esta perspectiva surgen las primeras interrogantes. ¿Qué se enseña?, ¿Qué se mide? Cuando no hay conexión entre los diferentes tópicos del conocimiento con la vida real, se consigue como efecto errores en la práctica que mide ese conocimiento y no la integración del saber, medir con pruebas no siempre confiables y validas, esos mismos tópicos enseñados sin sentido y que deben aprender las futuras generaciones.
Entonces ¿por qué evaluamos? ¿Para determinar si se han logrado los objetivos? ¿Para determinar cuan efectivo ha sido el proceso de enseñanza y la metodología empleada? ¿Para conocer cuales estrategias de enseñanza ha sido exitosas? ¿Que estrategias de enseñanza aprendizaje necesitan ser modificadas o mejoradas? ¿Para saber si se han logrado los objetivos del aprendizaje? ¿Para determinar que conocimiento y habilidades que han adquirido los estudiantes? ¿Para determinar si los estudiantes han utilizado bien sus conocimientos y habilidades? ¿Para diagnosticar el nivel de comprensión que tienen los estudiantes de un tema determinado y el nivel de desarrollo de habilidades que han alcanzado antes de darles más instrucción?¿Es la función principal de la evaluación la de mejorar la instrucción y el aprendizaje además de valorar el dominio de los contenidos? ¿Debemos los docentes estar permanentemente recopilando, analizando, interpretando datos que nos permitan conocer la medida en la que nuestros estudiantes estén logrando los objetivos de la instrucción?.
Se hace necesario diseñar una nueva evaluación global basada en la complejidad para dar una posible respuesta a estas interrogantes planteadas. ¿Como debería ser esta evaluación? Estos interrogantes nos conducen a una reflexión sobre estos aspectos que pasamos a plantear a continuación.
Habría que diseñar los proyectos colectivos y desafiantes en donde los estudiantes den respuesta a la era actual y futura que les toque vivir. Las disciplinas en forma mancomunada guiarán esa búsqueda, reflexión y constantes desafíos para la era planetaria que vivirán. Articulando relaciones, organizando conocimientos, y con ello conocer y reconocer los problemas del mundo. Desde ahí, más que programar habría que reformar el pensamiento dentro de la red curricular que se diseña.
El conocimiento de las informaciones o datos aislados es insuficiente. Hay que situar la información y datos en su contexto para que adquieran sentido. Para tener sentido la evaluación, habría que observar los desempeños individuales y colectivos en pos de la elaboración de respuestas aplicadas a través de las reflexiones, metodologías y conocimientos utilizados como un todo, y no las partes fragmentadas, aisladas, vacías de sentido. Como plantea Claude Bastien citado por Morín: la evolución cognitiva no se dirige hacia la elaboración de conocimientos cada vez más abstractos, sino al contrario, hacia su contextualización. Desde esta mirada adquiere sentido que la evaluación estratégica esté determinada por las condiciones de su inserción y los límites de su validez.
Lo global en la evaluación es más que el contexto: es el conjunto que contiene partes diversas ligadas de manera interretroactiva u organizacional. Habría que recomponer el todo organizado y a la vez desorganizador del que forma parte un estudiante, y su docente. Habría que conocer el todo en la evaluación para desde ahí dirigirnos a las partes de lo verdaderamente estratégico. El desafío al reflexionar sobre la globalidad es mirar la realidad del que aprende en su total humanidad al modo de un holograma. Reflexionar la evaluación en tres dimensiones, apareciendo en sus límites, hacia afuera, a dentro de sus marcos, variando la perspectiva según sea la posición de los espectadores, convirtiéndose en una irresistible participación continua, global, integradora para cada actor del proceso que significa aprender.
El gran desafío es evaluar el conocimiento pertinente, dimensional, múltiple e insertar los datos en esta variable. Valorando las decisiones en un ámbito de enseñanza en los que aprenden y enseñan. Las fragmentaciones solo nos otorgan datos que difícilmente serán recordados, y peor aún, sin ningún sentido.
En el currículo deberían estar integradas las partes y el todo, el contexto y los fragmentos interrelacionados entre conocimiento y su tejido común, yendo desde este concepto global al todo que es verificar desde la validez y confiabilidad sus pasos o proceso. En consecuencia, la educación debe promover una –inteligencia general– capaz de referirse, de manera multidimensional, a lo complejo, al contexto dentro de una concepción global.
Cuanto más poderosa sea la inteligencia general, mayor será su facultad para abordar problemas específicos. En las metodologías del currículum esto es lo que debemos enseñar a los estudiantes, educar a ver el todo global, complejo en su contexto, para desde ahí llegar a lo reducido. Comprender datos específicos requiere activar la inteligencia general que actúa y organiza la movilización de conocimientos de conjunto en cada caso particular. La educación debe desarrollar la inteligencia de los aprendices bajo este paradigma, enseñando a resolver los problemas esenciales activando la inteligencia en general.
Los compartimentos estancos de las disciplinas han debilitado el pensamiento global y complejo. Cada una ahonda en sus especialidades, perdiendo la responsabilidad global y compleja. El mismo efecto se correlaciona en la evaluación, ¿qué se mide? Los fragmentos de realidades especializadas: ¿Para qué?
La cultura general incita a la búsqueda de la contextualización de cualquier información o de cualquier idea, la cultura científica y técnica disciplinaria parcela, separa y compartimenta los saberes, haciendo cada vez más difícil su contextualización. ¿Cómo dar respuestas confiables para su validez en la evaluación?, si cada vez se muestra la incapacidad para interpretar las causas y consecuencias que supone la educación del futuro. En este contexto la evaluación estratégica debe mirar antes el diseño del currículum, desaprendiendo viejas prácticas para visualizar con esperanza una evaluación hacia la comprensión más humana, más global, más compleja.
La profundización del estudio fragmentado ha perdido el norte generando errores, ilusiones y ceguera. Este extravío es lo que se vive en las escuelas y universidades, confundiendo al aprendiz, desperdiciando la inteligencia global, autónoma. Las competencias básicas para la vida como el desarrollo de la inteligencia, enseñar a pensar y el proceso de valores actitudes, enseñar a sentir no son temas al momento de evaluar. Menos en un contexto complejo, global. Nuevamente el desafío es valorar más que evaluar el desarrollo de esos pasos de cómo y qué aprende el que aprende, y cómo y qué enseña el que está a cargo de la educación del futuro.
El desafío obtiene respuestas desde una mirada distinta, compleja, provocadora de múltiples tejidos que evitan la ceguera, el error y la ilusión.
Se trata de comprender un pensamiento que separa y que reduce mediante una forma de pensamiento que distingue y reúne. No se trata de abandonar el conocimiento de las partes por el conocimiento de las totalidades, ni el análisis por la síntesis, se trata de conjugarlos. Existen los retos de la complejidad a los cuales nos confronta ineluctablemente.
En consecuencia, el paradigma de la complejidad se convierte en una práctica esperanzadora en reuniones del profesorado, y para la toma de decisiones generales de cualquier organización que aprende y educa.
Al decir de Morín (2008), paradigma son las relaciones lógicas entre algunos contextos fundamentales que son maestros, que son guías de los pensamientos y teorías. He ahí la práctica que debe suponer el día a día si de educar la inteligencia cognitiva, actitudinal y espiritual se trata.

Referencias
Grounlund, N. (1976). Measurement and Evaluation in Teaching. Third Edition New
York: Macmillan Publishing Co., Inc.
Morín, E. (2004). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro
Editorial Paidós, Barcelona.
Morín, E. (2008). Pensando la complejidad. Consejo editorial Solongo y otros, Cuba.
Román, M. (2001). Diseños curriculares de aula. Ediciones Novedades Educativas,
Buenos Aires.
Senge, P. (2004). La quinta disciplina: escuelas que aprenden. Grupo Editorial
Norma, Bogotá, Colombia.